El fanatismo contenido en la frase leída en un muro de la Encalada puede sorprender. Queda claro que para muchos el fútbol puede trascender del deporte hacia casi lo divino. Los barristas se convierten en mucho más que simples alentadores de su club. El equipo se transforma en principios, en ideales, en creencias, en convicciones, en religión.
El mensaje: "nada es capaz de romper este juramento" cumple la función de invitar a los militantes en potencia, de atraerlos mediante "el juramento" hacia una supuesta inquebrantabilidad de los lazos. A falta de vida política participativa, el fútbol acoge las pasiones desatendidas.
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