¿Fútbol otra vez, culto al talento brasileño? ¿Banda de rock que expresa su rebeldía incluso en el nombre y la deformación del lenguaje? ¿Artistas urbanos poniendo a prueba la economía de lenguaje en una sociedad heterogénea como la nuestra? ¿Jóvenes insatisfechos que critican por medio de actos vandálicos a un Estado irresponsable y poco eficiente?
Todas estas interrogantes y muchas otras surgen del graffiti capturado en Armendáriz. La múltiple interpretación es posible, es necesaria, complementaria al arte urbano; es inherente a él. El emisor pone a disposición los elementos, pero es el receptor quien se encarga de ensamblarlos para convertirlos en arte.
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